Con la primera emergencia sanitaria producida por el COVD- 19, volvió a emerger en muchas de nosotras la necesidad de poner la vida en el centro. Tras escuchar este video que os compartimos de Yayo Herrero en el mes de marzo, centrado en la polisemia de la palabra emerger, emergieron también en mí misma muchas reflexiones.
Hoy, al hilo de esta segunda emergencia, y para no olvidar todo lo que surgió en aquel tiempo de interiorización, recogimiento y reconexión con la vida, me gustaría compartir con vosotras algunas de mis reflexiones que emergieron tras el visionado de este vídeo y que recogen de alguna manera lo que para mi significa, desde mi experiencia existencial, poner la vida en el centro.
En el hacer ser nos va el ser.
Ella era multitarea: activista, trabajadora, buena compañera,
amiga, madre coraje, hija modélica, estudiosa, buena cocinera, curiosa, culta,
amante… Sus haceres le ocupaban sus días, e incluso a veces parte de sus
noches.
Y esa sensación continua en el pecho, esa presión
desconcertante, y el dolor en el hombro y en la escápula… y la hinchazón del
abdomen y de las piernas… y la debilidad en las rodillas… y los dolores de
cabeza… y el derrumbe ocasional…
Jugaba sus cartas a una sola ficha: HACER, y hacerlo bien…
más que bien, casi perfecto. Hacía y hacía cual hilandera tejiendo su paño. El
paño era inacabable, inmenso, gigante y la red se alargaba más y más.
Y un buen día… se dio cuenta de que en el hacer se le
desparramaba la vida y que el paño era ya tan tupido que no le dejaba ver, e
incluso comenzaba a oprimir su cuerpo y a ocupar todos los resquicios de su
mente.
Y fue entonces cuando emergió de lo más profundo de su cuerpo una revelación que le advirtió que probablemente con tanto hacer se le estaba escapando el ser...
Y desde aquel día apostó por dejarse llevar por el sentir de la llamada emergente de su cuerpo listo para ESTAR, estando consciente, a la escucha de la emergencia inexorable y sencilla de cada instante de la VIDA.
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