Sexo, género, y la construcción de la identidad.
En esta entrada traemos
una reseña sobre el artículo de Alicia
Puleo, “El concepto de género como hermenéutica de la sospecha. De la biología
a la filosofía moral y política”, un texto grandioso del que espero
suscitar vuestro interés con estas líneas.
Alicia H. Puleo nos
señala que hay elementos socioculturales que dirigen nuestra acción sin que lo
advirtamos, y que al igual que en su día la aportación del materialismo
histórico a las ciencias sociales fue decisiva con la idea de que la
pertenencia de clase configura la subjetividad de cada persona, el género nos
plantea la posibilidad de desestabilizar nuestras identidades, mirar
críticamente la organización de la sociedad por sexos y plantearnos su
transformación.
Esta potencialidad es
la que provoca el rechazo de la utilización del concepto de género por una
parte conservadora de la sociedad patriarcal, como ocurrió con la Real Academia
de la Lengua Española ante el Proyecto de Ley Integral contra la Violencia de
Género, quienes utilizaron la estrategia de calificar este debate como propio
del ámbito lingüístico cuando era un asunto político. Alicia H. Puleo señala
que es un caso de violencia simbólica, utilizando la definición de Pierre
Bourdieu.
Los papeles sociales de
hombres y mujeres son hoy mucho más permeables gracias al avance de la igualdad
democrática que se apoyó en el uso del concepto de género para desnaturalizar
las características adscriptivas femeninas y masculinas. Puleo rastrea el
origen filosófico de “género” en una corriente de la Ilustración que creía en
el poder de la educación, en el carácter social y construido de la desigualdad
y cuestiona el carácter innato de las diferencias entre sexos. El concepto de
género utilizado en el ámbito médico desde mediados del siglo XX fue combinado
por las teóricas del feminismo con la idea de relaciones de poder. El desarrollo
del pensamiento feminista analizó las relaciones de género con clase y raza[1],
coincidiendo en cómo la marca corporal subraya el estatus de forma más
definitiva que la clase social.
Otras cuestiones
desarrolladas por el pensamiento feminista fueron sobre la división sexual del
trabajo y la división de espacios entre lo público y lo doméstico, esferas con
poder y reconocimiento asimétricos. Gracias a las aportaciones feministas se ha
podido desarrollar una mayor comprensión sobre la situación de las mujeres
cuidadoras de personas dependientes y legislar con el objetivo de asegurar su
dignidad y bienestar (Ley de Dependencia, 2006 en España).
Los estudios
relacionados con el género continúan desnaturalizándolo, revisando y
desarrollando teorías influidas por corrientes contemporáneas. Desde el
constructivismo radical y su idea de que no hay realidad que no sea ya
interpretada, cuestiona el sexo como realidad independiente del género. Se han
ampliado las corrientes de pensamiento y crítica feminista, uniéndose con las
reivindicaciones queer que buscan
abolir el concepto de normalidad. Así también encontramos la corriente ecofeminista que pone en relación el
análisis del androcentrismo con el antropocentrismo, desarrollando un discurso
sobre la libertad, la igualdad y la sostenibilidad.
La autora concluye que seguir utilizando el concepto de género es combatir la violencia simbólica, impedir quedarnos sin instrumentos conceptuales con los que analizar las desigualdades socialmente construidas entre hombres y mujeres.
Nos explica que los estudios de género impulsados por el feminismo han enfatizado las causas sociales de las diferentes identidades sexuadas de hombres y mujeres, una bipolarización resultante del condicionamiento sufrido desde la infancia a través de mecanismos de internalización, imitación, coacción y recompensa.
Estas diferencias construidas socialmente responden a un rango jerarquizado donde lo femenino está subordinado, donde se niegan derechos que sí están reconocidos a los hombres, donde el androcentrismo establece unos criterios de valoración que repercuten en una escasez o nula presencia femenina en el corpus de filosofía, artes y literatura.
Nos recuerda que el uso del concepto de género ha posibilitado “una profunda revisión de nuestro mundo de lo simbólico y de nuestra visión de la naturaleza, podemos concluir que se trata de una de las nociones de frontera entre lo biológico y lo cultural más revolucionarias de los últimos tiempos”.
Plantearnos si el concepto de género sigue siendo necesario mientras no haya un trato equitativo entre todas las personas y se continúe entendiendo ambos sexos de forma tan diferente, con la clara tendencia androcéntrica en nuestro marco cultural, nos plantea reflexiones dentro de posturas feministas.
Por ejemplo, los planteamientos teóricos feministas y los movimientos por los derechos de personas trans y/o con una sexualidad diferente a la norma heterosexual, traen a la luz contradicciones, como la que señala Puleo, entre las políticas de acción positiva a mujeres y la desaparición de la mención del sexo en los documentos de identidad. Un debate actual, dentro de un diálogo sobre buscar soluciones y combatir la discriminación.
Es esa la relación entre pensamiento y acción para el cambio social que promueve el feminismo. Como dice Alicia Puleo, el avance democrático se ha conseguido gracias a la utilización del concepto de género entre otras aportaciones feministas. El propio desarrollo de un corpus de conocimiento sacará a la luz nuevas cuestiones, como esta cuestión entre identidades, identificaciones y políticas de acción positivas.
Ariane Aumaitre en su artículo “¿Medidas de conciliación, medidas de igualdad?” señala que las medidas que se centran solo en las madres y no también en los padres tienden a reforzar los estereotipos tradicionales en lo que se refiere a los roles de género, y con ello refuerza desigualdades. Quizá apunta por aquí la posibilidad de superar la división dicotómica de los sexos.
Una idea que me gustaría resaltar del texto de Alicia Puleo es la de que “género” continúa siendo un concepto que ayuda a desvelar el sesgo androcéntrico en la cultura y a hablar de falta de equidad. Es muy importante que sigamos desvelando cómo es la construcción social lo que da sentido a gran parte de lo que entendemos por ser mujer y ser hombre, para lograr quitar el halo de “naturalidad” a las desigualdades, a la discriminación y a la violencia.
Referencias
bibliográficas:
Aumaitre,
A. ¿Medidas de conciliación, medidas de
igualdad? http://politikon.es/2016/06/10/medidas-de-conciliacion-medidas-de-igualdad/
Puleo,
A.H. (2013). “El concepto de género como hermenéutica de la sospecha: de la
biología a la filosofía moral y política”. Revista
Arbor, vol.189, nº 763. http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/viewArticle/1871
[1] Esta es
la palabra utilizada por Puleo en su trabajo para designar a las mujeres racializadas si bien es
nuevamente un concepto obsoleto demostrado que no existen razas dentro de la
especie humana.
Autora: Lucía Elena Rodríguez Vigorito.
COLECTIVO: La Corrala. Patio feminista.
Sexo, género y la construcción de la identidad.
(Publicado en Altajo, revista de CNT)
(Publicado en Altajo, revista de CNT)
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