Aquí os compartimos otro de los textos tan valiosos que nos están llegando, enviado por Iris Fernando Aznar.
CHUPETIN DE CEREZA
No recuerdo la primera vez que mi padre me trajo mi chupetín
preferido: el de cereza.
Tengo 12 años y sigue haciéndolo ¡Cómo me conoce! Soy la
niña de sus ojos, sabe todas
mis debilidades. Tenemos rituales que son sagrados y, por
supuesto, secretos, solo de
nosotros dos. Soy la mayor de ocho criaturas. Somos
creyentes. Mi madre no toma
anticonceptivas, por tanto, lo que viene, viene. Esto lo sé
porque en la escuela mis amigas
me lo han contado, en mi casa no se habla de estas cosas, es
de gente pervertida y que
tiene malas ideas en la cabeza y se las llevará el diablo al
infierno cuando se vayan de
este mundo.
Mi padre trabaja haciendo ñapas. Ha tenido una vida difícil,
no tuvo la oportunidad que
estoy teniendo yo. Desde bien pequeño, tuvo que ponerse a
trabajar para ayudar en casa.
Yo también en la mía, pero lo normal: cuidando de mis
hermanas y hermanos, fregando,
limpiando, haciendo la comida, yendo a comprar… Bueno, pues
las cosas que hacemos
las mujeres, llevar el hogar. Mi madre es cualquiera, yo
creo que no se esfuerza lo
suficiente. Además, no valora todo lo que hace mi padre por
nosotras. A veces tiene que
darle lo que se merece para que espabile. Exactamente, no sé
qué significa eso, porque se
meten en su cuarto y empiezan los gritos y los golpes. Mis
hermanos y yo nos vamos a la
calle para que tengan su intimidad.
Lo adoro, no lo veo mucho porque siempre está en la esquina,
en el bar o haciendo algún
trabajillo con sus amigos, pero todo lo que hace es por
nosotros, se deja la piel. Con cada
uno tiene una relación especial y tiene sus momentos, pero
los nuestros son únicos.
Supongo que, al ser la mayor y la más madura, me enseña
cosas que al resto todavía no.
Desde bien pequeña, por mucho que mi madre se empeñe en que
no tiene que ser así, nos
bañamos juntos. Siempre me gusta que mi padre me enjabone,
lo hace con mucho amor.
Me acaricia cada una de las partes del cuerpo. Comienza por
los dedos de los pies, va
subiendo por las piernas, me las masajea y me va acariciando
hacia la tripa. Pasa por mis
bracitos delgaduchos y se dirige hacia la espalda dándome un
masaje. Va bajando hacia
la zona que más cosquillas tengo. Sabe cuál es mi punto
favorito. Nunca nadie antes me
había hecho sentirme así de bien, es como unas cosquillas
que van en aumento, y me van
dando escalofríos por todo. Juega con sus manos y yo solo
puedo decirle que siga, hasta
que llega un punto que no puedo más, grito y me quedo tan
relajada. De verdad que no
entiendo como mi madre se coge esos disgustos cada vez que
entramos juntos al baño. Le
dice de todo: violador, deja a la niña, no te da vergüenza,
y a mí me dice que no me deje
tocar. Pero, por favor, a veces siento que se le va la
pinza. Lo único que quiere es pasar
un rato conmigo y que nos los pasemos bien los dos. No se da
cuenta que es mi padre,
que desde que tengo uso de razón jugamos a los exploradores
con nuestro cuerpo.
La verdad que yo no sé en qué momento empezamos, pero yo era
bien pequeña.
Jugábamos en la cama, en la casita del parque, a veces muy
rápido en algún evento
familiar. Buscábamos un sitio oscuro y donde nadie nos
pudiera encontrar para que no
sepan lo que hacíamos. Me encanta tener este juego. Además,
los dos nos lo pasamos
bien, estamos unidos como padre e hija, yo no lo haría con
otra persona que no fuera él,
y no solo eso, aprendo un montón del cuerpo humano. Ahora ya
no me sorprende porque
llevo años haciéndolo, pero imagínate lo que fue para mí
descubrir que si jugaba con la
parte del cuerpo con la que mea, le acaba saliendo un
líquido como blanquecino. No digo
el nombre de esa parte porque como me escuche diosito puede
contárselo al diablo y yo
no quiero ir al infierno. No hay que hablar de sexo, ni de
cómo se hacen los hijos, eso es
de personas mayores y depravadas.
Algunas de mis amigas ya están empezando a hablar de si les
gusta Jorge o Kevin, que
son los más guapos de clase. Yo ahora mismo solo pienso en
que tengo que cuidar de mis
hermanos y hermanas, y en que mi padre llegue y pasemos
juntos un rato.
Mi madre se empeña en trabajar fuera de casa, dice que está
cansada de no tener dinero
para poder comprar cosas, que siempre acaba robando y no
quiere volver a estar en la
cárcel. Ya ha estado cinco veces, pero siempre acaba
saliendo pronto por buen
comportamiento. No entiendo a la policía. Creo que a veces
cometen errores. La meten a
la cárcel porque roba ropa y comida para nosotros, pero si
no hay nadie que dé trabajo a
mi padre, entonces no tenemos dinero para comprarlo.
Ayer vino enfadado a casa, le empezó a gritar a mi madre. Le
dijo que no hacía nada por
la familia, que lo mínimo es tener la comida todos los días
en la mesa y la casa recogida,
pero que no valía ni para eso. Si le dijo eso, sus razones
tendría. No dice las cosas porque
sí. Todo el mundo lo quiere en el barrio. Aquí la gente
llama cada dos por tres al timbre,
suben y se van al cuarto con mi padre. Tiene otros juegos
con esas personas, lo sé porque
una vez le pregunté si nuestro juego lo hacía con otra gente
y me dijo que no, que eso
solo lo hacía conmigo que soy especial, soy su niñita
querida, y que yo tampoco puedo
hacerlo con nadie. Eso espero, no me gustaría que lo hiciera
con ninguna de mis hermanas
y hermanos. Él solo juega conmigo.
Total que después de gritarle a mi madre, me dijo que nos
fuéramos al cuarto y yo feliz.
Espero ese momento cada día y no se da siempre. Es cuando él
quiere. Eso aún me gusta
más, es como una sorpresa, nunca sabes cuándo va a pasar.
Entramos en el cuarto de mis
padres y me dijo que necesitaba relajarse. Que hoy me había
traído un chupetín especial,
XXL, que si me portaba bien, me lo daría. Así que le empecé
a quitar la ropa para que
estuviera más cómodo, y le fui haciendo caricias por la
espalda. Mi padre es un hombre
muy grande, es como abrazar a un oso, da mucho gustito.
Le fui dando un masaje y él, a la vez, me iba quitando la
ropa para que yo pudiera estar
más cómoda. Me senté encima mirándole a los ojos ¡estaba tan
tenso! Quería que se
relajará y conseguir que el trozo de carne por el que mea se
pusiera duro. Sé que eso es
de las cosas que más le gusta de este juego. Me empezó a
presionar la cabeza bajando
hacia sus piernas y ahí me dijo: por fin te lo has ganado,
vas a probar un chupetín XXL
de cereza. Sacó de su pantalón que estaba tirado en el suelo
un bote con un líquido medio
denso que ponía sabor cereza. Me lo dio a probar, estaba
riquísimo. Me explicó que hoy
íbamos a hacer una nueva técnica de exploración, que se
jugaba con el olor, sabor y el
tacto. Me iba a tapar los ojos para que me pudiera divertir
más. Cogió un pañuelo de mi
madre y lo hizo. Me dijo que ahora tenía que buscar el
chupetín por su cuerpo.
Me pareció un poco raro, pero me causó intriga ver si podía
encontrarlo. Mi padre siempre
hace cosas nuevas para que nos sigamos divirtiendo. Me
acerqué a su cuerpo. Le fui
tocando. Me encontraba justo en el cuello, ahí no había
nada, así que fui bajando hacia su
tripota, y otra vez nada. No olía a cereza, solo a una
mezcla de tabaco, sudor y ropa
húmeda. Comencé a percibir el olor deseado y me fui
acercando hacia esa parte. Estaba
dura, muy dura, creo que era por donde mi padre mea, no lo
sabría decir muy bien, igual
era un chupetín muy grande que mi padre había comprado. Lo
probé, estaba riquísimo.
Le dije que muchas gracias por comprarlo, que me encantaba.
Lo seguí chupando y mi
padre echaba más de ese líquido. Yo no podía parar, estaba
tan rico. Me decía que
siguiera. Fuera de la habitación se empezaron a escuchar
ruidos. Uno de mis hermanos
comenzó a llorar, alguien entró en la pieza. Yo seguía con
los ojos vendados y en la boca
mi chupetín XXL de cereza. Fue todo tan rápido. Cogieron a
mi padre y se lo llevaron.
Mi madre me agarró y me quitó la venda de los ojos. Me
abrazó y me dijo que ya todo
había pasado, que a partir de ahora nada de eso volvería a
ocurrir, que estuviera tranquila.
Yo no entendía nada, solo estábamos jugando. Mi padre me
había regalado un chupetín
enorme. ¿Por qué lo estaban deteniendo? ¿Acaso sería robado?
Llevo llorando desde ayer. No entiendo por qué mi madre
llamó a la policía. No para de
decirme cosas que no se corresponden con la realidad. Me
dice que mi padre es un
violador, que a ella también la ha violado, y a otras primas
también. Que lo que hace
conmigo no es un juego. No lo será para ella. Creo que tiene
envidia de que con ella no
juegue, pero se tendrá que joder, este es nuestro juego y de
nadie más. Así que yo no me
quedo en casa con los brazos cruzados, voy a ir por mi
padre, creo que la policía se ha
vuelto a equivocar. Estoy muy nerviosa con toda esta
situación y quiero que juguemos de
nuevo para poder relajarme. Quiero volver a probar ese
chupetín de cereza.
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