Buenos días y feliz inicio de semana a todas las personas que nos leéis a través de redes y nos acompañáis en la lectura y disfrute de los textos recibidos en el III Certamen. Hoy os compartimos un texto de Sara Vargas de Biheller titulado: "Martina, la abogado en pijama".
Transcurría el otoño más frío en décadas,
Martina se hallaba en un estado de total depresión, su tristeza la llevó
al borde de la desesperación, el miedo se apoderó de su ser, queriendo arrebatarle
lo más preciado que se puede tener: ¡su mente! Estaba en una encrucijada. Debía
tomar una decisión, cambiar de rumbo o resignarse a continuar en el mismo
punto.
-No sé qué hacer,
aquí no tengo amigos cercanos, familia o personas que me puedan tender una mano, lanzarme un salvavidas, que me permita tomar
el camino correcto en esta vida.
Aunque su familia era fría, distante y cada uno estaba
concentrado en su respectiva rutina, tener a alguien cerca, le podría dar algo
de consuelo. Estaba sola en esa gran ciudad. Se iba a quedar en su cuarto,
encerrada, con las cortinas corridas, cuando algo en su ser interno, la llevó a
moverse como un resorte, tomar un abrigo ligero y salir a una plaza cercana para tomar un poco de aire.
Mucha gente pasaba por allí, rumbo a un edificio donde
funcionaban oficinas públicas, cercano estaban gran número de bufetes de
abogados, gestores, ventas de planillas, timbres fiscales y hasta comida. Era
una verdadera fiesta de calle, observar
los colores de las prendas de vestir, la elegancia de algunas profesionales del
derecho, los abogados, trajeados de
negro…
Las ventas callejeras de dulces multicolores:
chupetas, caramelos galletas, con miel coloreada de amarillo, verde, rojo-azul deleitaban la
vista, el olfato y el gusto. Observar los comederos de pájaros y su hermoso
plumaje, escuchar sus trinos, era muy reconfortante. También, contemplar las
ardillas naranjas y marrones, despiertas, con ojos saltones. Los grandes
árboles con copas que parecían amigos dándose las manos.
-Sentarme en un frío banco de mármol blanco, me hace
sentir peor, mi aspecto seguramente da miedo, pues no me he peinado, ni
maquillado, ando en pantuflas y pijama, con un abrigo marrón sin brillo, largo hasta los tobillos. ¡Me sentaré aquí,
hasta que me dé calor! Hasta que respire el oxígeno que lanzan estos árboles y me
transmitan su energía positiva… estos seres mágicos que no piden, pero mucho
dan –dijo mientras se acomodaba en el asiento.
No sabía a ciencia cierta, cómo la ven los demás, pero dentro, se percibía: ¡Destruída!
Siempre la habían excluído por haber nacido mujer: sus
familiares tan adinerados, todos letrados, jueces, abogados, magistrados… Un
grupo de gran renombre, pero pobres en empatía e inteligencia emocional. A ella, la presionaban para que obtuviera su título en leyes y además, se casara con un hombre por convenio entre
familias. Estaba, abrumada con tanta exigencia. No era el camino que deseaba
seguir.
La presión, era realmente insólita: la inscribieron en
una costosa universidad en la capital, le consiguieron una residencia y hasta
mudaron sus pertenencias sin consultar, cuando apenas terminó sus estudios de secundaria. En este
momento, ya han transcurrido cuatro años
de sufrir esa pena. Aunque ha estudiado con afán, para que sus calificaciones
no averguencen a sus progenitores, quienes siempre le recalcan lo brillantes
que eran en la escuela.
Deseaba tiempo para decidir, le atraían las artes en
varias de sus manifestaciones: pintura, teatro y especialmente, la música. En
su niñez había tomado clases de piano, guitarra y canto. En las fiestas era el
alma, centro de atención por sus dotes
de cantante, músico-compositora y además,
animadora. Su creatividad, saltaba por donde se le mirara. Diseñaba su
propia ropa y se vestía de manera original. Su belleza complementaba su
atuendo. Era realmente una chica despampanante.
-¡Señorita, cómpreme este folleto para ayudarme algo,
cuesta apenas un Euro! El que tengo en mi mano habla de la resilencia-interrumpe
su diálogo interno, una voz desconocida.
-No me traje la cartera, sólo las llaves de la casa,
salí apurada. Tenía una cita aquí con los árboles y no quise llegar tarde-atinó
a decir. Estaba absorta, metida en sus pensamientos.
-Si tiene hambre, si no ha desayunado, tengo una manzana, un panini con queso y mantequilla, no tengo nada más en mi mochilla ¡Por favor, acéptelos! Usted, se ve muy refinada y
seguramente, desconfiará de mi ofrecimiento. El emparedado está preparado con
asepsia, los hace un amigo en la panadería que está en la esquina.
-¡No, gracias,
no se preocupe! Todavía no tengo hambre. Más tarde iré a mi residencia y me prepararé un batido de
proteínas. Es usted, quien debe desconfiar de mi, una chica con pijama en una
plaza, que precisamente no se ve nada cuerda.
-No critico la ropa de nadie, no soy experta en moda,
ni en arte. Sólo vendo en esta plaza, para comprar el pan y la leche cada día.
Vivo como los pájaros casi sin nada. ¿Ve aquella zapatería, me alquilan un
pequeño un depósito para vivir. Me echaron de casa cuando era pequeña, porque
mi madre se buscó una pareja y no encajaba en su nueva vida. El hombre,
rechazaba a las niñas. Desde entonces, me he procurado la comida. No tuve
oportunidad de estudiar, ni de laborar porque no tengo datos para llenar lo que
llaman: “hoja de vida”.
-¡No se hable más del asunto, usted es candidata para
ser una amiga de gran kilate! Somos dos personas similares: desechadas por sus familias.
Si es fiel, responsable, si sabe escuchar sin juzgar, si respeta y anima al ser
que está decaído, entonces he encontrado
una perla en el olvido. Modestia aparte, soy una persona sincera, quien no sirve para abogado, porque se ven muchas
injusticias en este mundo de leyes. Éstas, se retuercen a voluntad del cliente.
-Me relaciono cada día con abogados, magistrados, quienes compran
mis folletos -algunos por lástima- como si fuera una infeliz. Están seguros que
la carencia de bienes materiales representa una tragedia, carezco de ellos, pero poseo un amplio mundo
interno, donde no me falta nada. He desarrollado lo que llaman resilencia: soy
flexible, fluyo ante las vicisitudes, creo en mis habilidades y las uso para
sobrevivir. Soy muy afortunada, aunque vivo en la calle, no sufro de ningún
acoso, porque sencillamente soy más fuerte que el exterior. No me doy por
aludida si hacen comentarios negativos o pretenden atarcarme de alguna manera, hablo con seguridad, me planto en cualquier
escenario y me comporto como humano pleno de derechos y capacidad. No tengo estudios formales… soy autodidacta.
Laboro vendiento pequeños folletos que yo misma escribo y una editora
cercana, reproduce. Los expenden en los
kioskos y personalmente, los ofrezco a quienes se sientan en estos bancos. Mi
fama es grande como escritora de autoayuda, pero con un nombre que no es mio. He sufrido, experimentado vicisitudes y eso, me ha dado
además de fortaleza, resilencia y temas para escribir, no me acomplejo por nada en esta vida. No me
importa el dinero, la de la imprenta se lo lleva todo, además es de ella el
nombre de los libros.
-¡Usted, me ha dado una lección! Pensaba que yo era la
desgraciada porque me obligaron a casarme con una carrera que no me gusta nada
y además al terminar, me unirán con un
amigo rico que conozco desde niño ¡Quiero ser artista de gran talla,
presentarme en la televisión, estar en la gran pantalla! Ofreciendo mi arte
para deleitar y no estudiando leyes que no sabría aplicar.
-¡Es muy fácil la solución a su problema! Invente una
rutina de teatro, con esa ropa quedaría muy divertida. La llamaremos: “La
abogado en pijama”. Yo le invento una dramatización y si me necesita, le sirvo de ayudante. Empiece con voz grave y
pronto tendrá un montón de curiosos escuchando con atención. ¡Que sea corto el
monólogo! Venga una vez al día, para que no olvide sus estudios, gradúese para
que complazca a su familia y simultáneamente, ejerza de recreadora en esta
plaza, donde la gente pasa apesadumbrada por diferentes motivos: unos graves,
otros furtivos ¡No le dé el gusto a nadie de verla derrotada! Puede levantarse
de la soledad y estar rodeada de felicidad, aunque esté en una selva de canibales ¡Siéntase
reina y lo será! ¡No se sujete a lo
externo, cultive su interioridad! Ya me imagino su rutina, déjeme unos minutos
para pensar.
Se quedó en silencio
y a los minutos exclamó con clara voz:
-“Estoy aquí aburrida y con calor, aunque hace frío mi
mente es muy veloz y eso me hace sudar la cabeza, el cabello transpira de tanto
pensar. ( Se pone un gorro de baño con un sistema que diseñaré para que cuando
lo aprietes, salgan chorritos de agua que semejen sudor). Continúa: -Por eso uso este abanico para traer aire
fresco, aún en medio de esta jaula de concreto.
Te sientas en el banco, y si hay un joven improvisamos
unos versos que le hagan reir. Por ejemplo:
“Me siento al lado de este chico preocupado que está esperando para
conversar con el abogado, pero no le alcanzan sus euros para pagar sus
honorarios. Y, no le llega al celular el mensaje donde la madre le expresa que le ha
depositado ya, que corra a la oficina del piso cuatro, antes que el letrado se ocupe de algún otro
caso, sin previo aviso. O, está deprimido porque la novia no le ha escrito ¡No te
preocupes muchacho, que el día tiene 24 horas, ya la muchacha comprará un reloj con alarma
que le diga que tú la reclamas!”.
Si pasa un abogado con paso apurado, le gritas: “Adiós abogado, no corra… que el
tribunal ya está cerrado. Ha llegado en retardo, está gastando los zapatos que están muy bien
lustrados. Va muy elegante de traje y corbata, impresionando a todo el que
pasa. Su ropa impecable, denota su cuidada personalidad: inteligente y muy
preparado para hacer valer la verdad”.
Cuando veas a una señora arreglada, le expresas: “Honorable
dama, aguante un momento, le habla esta, su Abogado en Pijama, déjeme decirle
que se ve muy hermosa esta mañana, su labial le queda de maravilla, no necesita
más, usted, simplemente brilla, con sólo respirar…
Así sucesivamente, te aprendes versos de tal manera
que parece que estás improvisando. Será sensacional, una actriz en la plaza y
yo…fungiendo de directora-guionista, un pichón de artista.Por guiones buenos,
divertidos o que hablen de la vida, no te preocupes, soy experta en diversos
temas.
-¡Perfecto, aprobado por unanimidad! ¡Es un trato! Tú
serás mi guionista, me convertiré en una
experta en leyes, además de actriz. Ese es mi verdadero mundo, me muevo como si fuera una
lombriz, en medio de un gran campo de maíz.
Con la condición que firmes los guiones con tu nombre y comencemos a registrar
tu obra para que nadie se aproveche de ella.
-¡Vaya sociedad! ¡Haz un documento donde quede constancia de nuestra responsabilidad!
No soy abogada, pero he leído mucho y también converso con mucho profesional
que me da clases gratuitas, por eso he
aprendido más que en una universidad. También, me conozco las leyes, leo
cualquier tomo que hable de legalidad y por eso, no me pueden discriminar. Me
tratan con respeto, porque todas las personas somos importantes,
independientemente de nuestras raices o convicciones. Debemos darnos nuestro lugar, el
cual se mide por nuestra capacidad.
Fue así como me sorprendió una gran escritora, casi
mendiga, a quien conocí en la plaza “La Hormiga”. Ahora, vive en conmigo, hemos construido una sociedad, también una
sólida amistad, que me dá mucho más que apoyo moral y trabajo para pagar mis
gastos. No dependo de mi familia, ya cancelo mis cuentas y por tanto, no podrán
obligarme a casarme con ese falso pretendiente, porque ahora… seré
independiente.
¡Ven a verme, soy Martina, “La Abogado en Pijama”, en
la Plaza La Hormiga, todos los días a las diez de la mañana!. Con la escritora más renombrada: Erminia
Batalla. Más adelante, tendremos nuestro propio programa de T.V donde
analizamos casos con nuestro conocimiento en leyes y capacidad de ayudar.
Fue así como dos excluídas, se unieron para ser más
fuertes, conformar un equipo para trabajar y enfrentar este mundo donde si no
practicas la resiliencia, te pueden lastimar.
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