e-mail de una compañera, de Antonio Olmos Belmonte. III Certamen Feminista La Corrala.

 


 

e-mail de una compañera 

Queridos compañeros/as, Hoy quiero compartir una experiencia que he estado viviendo en este centro de trabajo. Siento que es mi responsabilidad hacerlo para crear conciencia sobre una situación que no debería ocurrir en ninguna empresa, pero lamentablemente está sucediendo aquí. Es un caso de discriminación por razón de sexo al que habría que añadir, acoso laboral. Y tengo que deciros que me duele profundamente que, entre las personas que están detrás de esta discriminación, además de hombres, haya también mujeres. Algunas de ellas nuestras inmediatas superiores en posición jerárquica, a las que me dirigiré en esta carta así: por su posición laboral jerárquica superior que, al parecer, es lo que más les importa. Para que lo comprendáis mejor os contaré mi experiencia. Mi tiempo en esta empresa ha sido una montaña rusa de emociones. Igual estaba arriba de ánimo o igual bajaba a los infiernos pensando que era poco más que basura. Soy una persona seria y responsable en mi trabajo, después, lo haré mejor o peor, eso lo tendrán que juzgar otros, pero desde el principio, me esforcé por contribuir con ideas innovadoras y creativas para mejorar nuestros procesos y resultados. Sin embargo, en lugar de ser apreciada por mis aportes, que obviamente, en entendible que pueden ser criticados profesionalmente o no ser tomados en cuenta. Pero no es entendible esto: enfrentarme a un constante menosprecio por parte de algunas de nuestras compañeras superiores. Me ha costado mucho llanto entender que no era yo quien debía cambiar. Que mis ideas pueden no ser válidas pero lo que no es desde ningún punto correcto, es la actitud hacia mí por presentarlas. Como ya digo y me reafirmo, una de las formas más notables de discriminación que he experimentado es la falta de reconocimiento por mi trabajo. A menudo, mis ideas son ignoradas en las reuniones, en cambio, se les da crédito a mis compañeros masculinos por ideas similares o, en ocasiones, se toman mis ideas como propias por parte de unos u otras que ostentan cargos superiores. Esto ha socavado mi confianza y me ha hecho sentir invisible en nuestro equipo. A pesar de mi arduo trabajo y dedicación, he notado que se me han negado oportunidades de desarrollo y promoción que parecían estar disponibles para mis compañeros masculinos o para aquellas que no son el blanco de esta discriminación. Esto ha tenido un impacto significativo en mi crecimiento profesional y, de nuevo, en la confianza en mí misma. Además, he sido víctima de burlas y comentarios hirientes por parte de estas compañeras superiores jerárquicas. En lugar de respetarme, han optado por socavar mi autoestima con comentarios despectivos sobre mi apariencia o mi forma de expresar, que, sin duda, es más correcta y educada que la suya. No dicho por mí, sino por las personas al otro lado del teléfono o de la mesa cuando tratan conmigo. Esto ha creado un ambiente de trabajo tóxico y hostil en el que me siento constantemente juzgada y menospreciada. Lo más doloroso de esta situación es que creo que la razón detrás de esta discriminación es el miedo de estas mujeres a que mis ideas puedan destacar y resaltar su propia mediocridad. En lugar de fomentar un ambiente de colaboración y crecimiento mutuo, han optado por aplastar cualquier amenaza percibida a su estatus dentro de la empresa. A esta conclusión he llegado tras superar meses de sufrimiento, llanto y rabia. De sentirme como una persona sin valor y que no merecía el trabajo que tenía. Ahora ya sé que el problema no es mío y que, gracias a ellas, a las inmediatas superiores, soy más fuerte y quiero que todos aquí lo seamos. Mis queridos compañeros, no comparto esta historia para buscar simpatía o compasión, sino para pedir vuestro apoyo y solidaridad en la lucha contra la discriminación de género en el lugar de trabajo, ya sea por parte de hombres o de mujeres. Nadie debería sentirse marginado o menospreciado debido a su sexo, y es nuestra responsabilidad como seres humanos alzar la voz y defender la igualdad. Juntos, podemos trabajar para crear un ambiente de trabajo inclusivo en el que todos seamos valorados por nuestras habilidades y contribuciones, independientemente de nuestro género. Espero sinceramente que podamos trabajar juntos como equipo para abordar estos problemas y crear un ambiente de trabajo más justo y respetuoso para todos. Con gratitud por vuestro apoyo y esperanza en un futuro más justo, Vuestra compañera, aún.

 Autor: Antonio Olmos Belmonte

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