"La vida hecha mosaico" es una breve historia de Marijo Alba Sánchez que difundimos en nuestro III Certamen Literario feminista, no competitivo. Que la lectura de este cuento os transporte. Salud y feminismo.
Cada vez quedan menos golondrinas y
vencejos, ha llegado el momento de emigrar, pensó.
―¡Gracias, por venir un año más! -gritó a las aves.
Mali dirigió sus pasos escaleras abajo.
―Buenos días, Mali ―Almar bebía café sentado a la mesa de
la cocina, a la vez que leía la revista de energías renovables.
Mali se le acerca y le dio un beso en los
labios.
―Buenos días cari, ¿qué hora es? ―Cala
restregó su cuerpo entre las piernas de Mali, llamando la atención sobre ella ―
¡buenos días mi chiquitina!
―Las 10:22 ―Almar, mira el reloj colgado
sobre la chimenea ―As vuelto a tener un mal sueño, no has parado de dar
vueltas, he incluso lloraste. ¿Estás bien?
―Volví a soñar con mama, lo único que
recuerdo es que me decía '' hija, debes barrer los rincones de tu interior''.
No entiendo lo que ha querido decirme.
Sentada en la silla cerca de la chimenea,
junto a la mesa camilla, puso a Cala sobre sus piernas, tomo el desayuno que
Almar había preparado; café con leche en el tazón de porcelana y dos tostadas
de pan tostado con tomate, queso de cabra fresco y aceite de oliva maceado en
hojas de orégano.
―Parece un acertijo, habla con Polima,
ella puede darte una idea o aclararte el significado.
―La llamare luego. Gracias cari.
Desayunaron en silencio, el único sonido
existente en la cocina eran los chisporroteos del fuego devorando los leños de
la chimenea. Mali miraba las llamas rebuscando en su celebro la solución a lo
que parece ser una adivinanza. Almar seguía enfrascado en la lectura.
―Bueno, hoy me espera un día duro de
trabajo, tengo que terminar de recoger la leña, cortarla y a eso de las tres,
vendrá Rever a ayudarme a guardarla en el granero.
Candado y Expi ladraron desde la puerta de
la calle.
―Perdonar con tanta charla nos hemos
olvidado de vuestro desayuno.
Almar vertió en los cuencos de metal las
raciones correspondientes para cada uno de ellos. Se abalanzaron hambrientos a
devorar su comida.
― ¿Necesitas ayuda? ―le pregunto Mali sin
apartar los ojos del fuego.
―No, creo que deberías examinar tu
interior, puede que encuentres la clave.
Mali observaba la danza de las llamas,
envuelta en el humo de sus pensamientos. De repente como guiada por una
mano invisible, se dirigió al sobrado. Cala con su paso corto la siguió
escaleras arriba. Al abrir la puerta las partículas de polvo le dieron la
bienvenida, recreaban una atmosfera espesa, tenebrosa y a su vez mágica.
Un haz de luz atravesaba los
cristales de la ventana del tejado, suficiente para distinguir los objetos. Al
fondo envuelto bajo una sábana agujereada por larvas de polillas, lo que fuera
blanca, ahora gris por el polvo acumulado, cuelga sobre una percha sujeta a un
clavo de una de las vigas de madera del tejado, el fantasma de su boda, el
vestido de novia. La escena fantasmagórica parece sacada de una de las leyendas
de Bécquer. Siente un escalofrío treparle por la espina dorsal. Mira el bulto
con odio y rencor.
―Lo echaremos al fuego, dulce venganza
verlo arder, olvidar y perdonar la inexperiencia de la vida. Juventud divino tesoro, estúpida frase hecha
―le dice a la gata.
Frente a ella, al fondo la gran arca que había pertenecido a su
tatarabuela. Fue hecha en madera caoba rojiza, resistente a los gusanos de la
madera, las bisagras, cerradura, agarraderas fueron forjadas a mano. Sobre la
tapa repujado un jazmín, la flor favorita de ella. Regalo de boda por parte de la
familia del tatarabuelo. Muchas generaciones de mujeres la habían conservado.
Generación tras generación, las mujeres habían llevado el soporte, los
cimientos de la vida y la muerte. Un hermano de la abuela, un hombre sano y
fuerte, murió en extrañas circunstancias, en el pueblo se decía que había sido
enveneno poco a poco por su mujer y su amante. Nunca se pudo probar su
culpabilidad. Tuvieron el cuerpo dos días en el arca, hasta la llegada del
juez.
Al levantar la tapa el fuerte y penetrante
olor a alcanfor la mareo. Abrió el ventanal, y el aroma a campo fue disipando
el efluvio del alcanfor. Lentamente, fue sacando tejidos de todos los colores,
tamaños, diseños variados y locos que ella elaboro cuando trabajo como
diseñadora de moda.
― ¿Por qué habré guardado todo esto
durante tantos años? Tal vez los recuerdos sean como estas pequeñas partículas
de polvo― extendió sus dos palmas de las manos hacia el haz de luz, y dejo que
el polvo fuera posándose en ellas― Un día se perderán a la velocidad que yo
envejezco.
Quedó en silencio observando el tiempo de
suspensión de las pequeñas partículas.
―Siempre estuve unida a la aguja, la
tijera, los hilos y las telas desde niña. Hay personas que guardan álbumes de
fotos y yo guardo mis recuerdos en prendas de vestir y telas ― le dijo a Cala
que había dado un salto introduciéndose en el baúl. Cala maulló contestando su
pregunta.
Con tijera en mano comenzó a recortar
pedazos de camisetas, pantalones, vestidos, sabanas, gabardina, pañuelos,
faldas, calcetines, fajas, cortinas, abrigos, toallas, fundas de almohadas,
cojines, chaquetas, bufandas, camisas, Jerséis, manteles, servilletas... Las
piezas iban a parar dentro del cesto de mimbre y Cala cambio el fondo del arca
por el del cesto, jugueteando con cada retal que caía sobre ella.
Cuando Mali dio por terminado el recorte
de piezas de tela, se sentó a coser:
Lunares: los zapatos de
flamenco de las abuelas, alegría de vivir, senderos andados.
Rojo: el paso de niña a mujer,
perdida de la virginidad, el primer carmín en los labios.
Gris: colegio, reglas de
ortografía, tabla de multiplicar, castigos.
Franela: olor a chasca,
chocolate caliente, hornazo, pan recién horneado.
Cuadros: pelo teñido de
colores, amigas-amigos, rebeldía, música, botellas.
Púrpura: misas, sermones que
no entendía, cera, flores muertas, miedo hecho imagen.
Estampado en flores: niñez,
aprender a nadar en el río, despertar de los sentidos.
Naranja: sinfonía de grillos,
recogida de castañas, calabazas.
Cenefas y puntillas: sonrisas
con el viento, dibujar en la arena, caracolas.
Blanco: boda, inocencia, una
luna, hijas, hijos, invierno.
Verde: campamento de verano,
arboles, aventuras, la cuerda, la goma.
Gasa-Tul: carnaval de vida,
teatro, cuentos, juegos, comidas familiares.
Azul: dormir en la orilla del
mar, bailar alrededor de la hoguera, despertar un nuevo día.
Seda: caricias, susurros,
noches de pasión, estrellas, trinar de los pájaros.
Violeta: agotamiento por darse
a los demás, llega la primavera, aclarar la mente.
Negro: tierra regada de
lágrimas, perdida de la familia, preguntas sobre la existencia.
Lino: economía remendada, las
manos de mamá, sacrificios, frío, hambre.
Amarillo: universo del saber,
calor, energía, experiencias nuevas, creatividad.
Algodón: eslogan, conciertos
de música, fiestas, locura, grafitis.
Marón: barro en vasijas,
sensibilidad, esfuerzos de papa.
Rosa: perfume, amores rotos,
rosario de flores.
Lana: adolescencia, modestia,
enfermedad.
Cuero: marido, amantes,
chapas, comic, libros.
Pana: esfuerzo para conseguir
sueños, policía, arrestos, injusticia, trabajos.
Rallas: confusión, errores,
desequilibrio en el mundo, revueltas.
Terciopelo: calor de la
familia unida, armonía.
Raso: primer amor, besos,
rosas,
Acrílico: mentiras, malas
personas en el cruce del camino.
Mali estuvo ocho días confeccionando el
gran mosaico de telas. Una vez terminado lo extendió sobre el suelo mirándolo
detenidamente. El resultado no era solo una colcha de retales, era una gran
parte de su vida y la de muchas personas, las cuales habían contribuido a
confeccionarla.
Lo colgó en el balcón y dejo que se fuera
desgastando con el viento, la lluvia del otoño, con las tormentas, las nieves
del invierno, con el sol, la luna, las estrellas de la primavera y el verano.
Comentarios
Publicar un comentario