EL EJERCICIO DEL ENTENDIMIENTO / LA FOTO de Blanca Jiménez García, III Certamen literario feminista La Corrala

 

EL EJERCICIO DEL ENTENDIMIENTO

                                                             Foto propuesta por el colectivo generada con IA



En los entrañables días de cine

ante una pantalla enorme

que casi me comía el cuello,

sangró mi inocencia del todo, ya perdido

su crecimiento entre el manto del musgo

arraigado a los caminos,

patria de mis movimientos ingenuos y trashumantes.


Hubo días amargos

en la experiencia tapizados,

quedándose los rayos de sol cautivos

entre mi falda acampanada, subida mi

adolescencia a unas sandalias blancas de medio tacón

y calcetines tobilleros a juego;

así el amor se manifestó incauto y frágil

sin saber cómo sujetar la caída de la decepción

destinada para mí con un casamiento prematuro.

Fue,

cuando la soledad de la lluvia

y el viento que el pelo alborota

quedando abierto a múltiples sensaciones

de rebeldía y desorden,

fue así

cuando la cita con la gran pantalla se hizo imprescindible;

ese fue

el momento, testigo de mi necesidad, en el que

las mujeres fatales de mis películas favoritas,

que fumaban y conducían

con un glamur exuberante y dueño de su existencia,

entraron en contacto conmigo,

y también fue así como opté por mi emancipación

en solitario, sintiendo que el humo de un fantasma

a las espaldas pretendía inmovilizarme con el miedo

de un mundo abrumador y desigual,

un mundo que a punta de flecha me traspasaba los tejidos

para retarme y desangrarme.


Da igual

la época, el momento o la circunstancia;

en la medida del dolor está el rescate del valor,

la manifestación de los deseos propios;

entregarse y renunciar es

 morir.



 LA FOTO


Recuerdo que cuando me hicieron esta foto

        no paraba de tejer hilos de seda

        alrededor de un eje contaminado

sin poder liberar la confusa trascendencia

de un acuerdo con la vida.

Acercarme a ella y meterme en sus ojos me

resulta, todavía, doloroso,

        pero siento, a la vez, una intensidad

       de principiante que quiere arrancarla de su ambiente

para identificar su auténtica presencia.

Quiero volver a rezar con ella

       la oración sencilla del momento

       aún ambiguo hasta que salen los senos

de la destemplada circunstancia de su sexo.

Sigo teniendo una deuda con esta foto

        que adorna un mueble con la evocación

         impermeable a la voz humana

que no se escucha.

Quiero que la pendiente de sus osadas

            ilusiones primerizas rebasen el marco

           para correr juntas intentándolo otra vez;

no iremos por rutas ya consumadas, consagradas

de hechizos vanos; bucearemos en la suerte de la probabilidad,

nos dejaremos caer como copos de nieve desnudos

sin ánimo de cuajar en el silencio

de las conquistas sin escrúpulos

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