Todo inició cuando en el 2016 me encontraba leyendo Kim Jiyoung, Born 1982, escrito
por Cho Nam-Joo, este libro me abrió los ojos ante todas las injusticias que suceden en mi país.
Cuando lo terminé caí en cuenta de lo normalizado que tenía muchos actos de violencia,
desigualdad y misoginia hacia las mujeres, también hizo crecer en mí la necesidad de tomar
acción al respecto ¡Ya no podía más! Me encontraba cansada de esta situación; decidí investigar
y no solo encontré un grupo de mujeres, a las cuales les pasó lo mismo después de leer el libro,
sino tambien encontre movimientos como el scape the corset cuyo propósito era romper todos
los estereotipos de belleza impuestos en Corea y otros países de Asia, invitando a las mujeres a
andar sin maquillaje, usar ropa holgada y en general dejar de preocuparse cómo se ven
estéticamente hablando.
Al pasar el tiempo, crecieron los números de quienes nos sumamos a escuchar
testimonios, a generar espacios seguros donde dábamos ideas de como solucionar las cosas y
hacernos la vida más fácil. Poco a poco, en vez de ver cómo se reducían los números veíamos un
constante aumento, más mujeres se quejaban del acoso callejero, los abusos sexuales, de no tener
la decisión sobre sus propios cuerpos al momento de crear una vida, de tener licencias de
maternidad tan largas, pero poco pagas. Al inicio casi todas las quejas eran solo de coreanas. A
medida que nosotras fuimos frenando el acoso y la discriminación sexual, esta fue mutando hacia
las turistas o inmigrantes quienes habitaban en este país.
Nos dio terror al saber que toda nuestra lucha por el cambio estaba empezando a ser inútil
al ver el problema mutar hacia otro grupo poblacional de mujeres, lo cual nos hizo darnos cuenta
de lo mal que estaba nuestra sociedad, ya no solo se trataba de nosotras como sociedad coreana
se trataba de todas las mujeres. Entonces ya no eran suficientes los vagones exclusivos para
mujeres, ya no era suficiente usar ropa holgada, cero maquillaje y andar despreocupadas de
nuestro aspecto físico, tuvimos que tomar medidas más extremas.
Imagen propuesta por el colectivo descargada de Tribunafeminista.org
Empezamos a escuchar de productos como las Nightcaps - Scrunchies para los vasos
funcionan como una cola para el cabello y al momento de ir a un bar sirven con el fin de tapar tu
bebida con un pequeño orificio para el pitillo, también los kits de defensa personal empezaron a
tener un mayor auge, ya no solo necesitábamos gas pimienta, si no también taser, linternas,
silbatos, alarmas, manoplas, entre otros objetos; empezaron a ser necesarias aplicaciones como
Uber Ellas, una versión de la plataforma donde quienes conducen son solo mujeres que
transportan exclusivamente a mujeres, también aplicaciones de ubicación 24/7 con opción de
enviar mensajes de emergencia y o contactar a las autoridades en caso de peligro como Life360,
Family locator, geotracker, entre muchas otras más.
Nada de esto parecía ser suficiente, era como si entre más hiciéramos cosas para detener a
los hombres, ellos se inventaran aún más maneras de conseguir lo que desean; entre más
peleáramos por salir del hueco, este se hacía más grande; nos estaban ahogando por partes. Todos
hemos escuchado el dicho de “si no puedes contra él, únetele”, pues tengo algo mejor: “si no
puedes contra él, aléjate”. Fue así como después de mucho tiempo se nos ocurrió el siguiente
postulado: Bihon, no al matrimonio heterosexual; bichulsa, no al embarazo; biyeonae, no a las citas
heterosexuales; y biseksu, no al sexo con hombres; lo denominamos 4B.
Los conservadores dicen: “fue una decisión radical y hay mejores maneras de solucionar
las cosas”, nosotras opinamos que la forma en la cual estamos lidiando con esto es sentido
común. Poco a poco se ha pasado la voz de nuestro movimiento para alejarnos por completo del
patriarcado y contra todo pronóstico ahora somos alrededor 50.000 mujeres quienes creemos que
es sentido común nuestra postura. A pesar de que nos han intentado silenciar, nos han difamado y
puesto nombres para evitar que se expanda nuestra llamarada de ira, el fuego no se apaga tan
fácil y hemos logrado llegar a otros lados, no solo del país, sino del mundo, en donde
sorprendentemente hemos recibido mucho apoyo.
Me alegra tanto ver cómo las mujeres alrededor del mundo despiertan y dejan de intentar
enseñarles a los hombres lo básico de la decencia humana y el respeto por los otros, pues nunca
entienden que no... es no, una falda no es una invitación, si estoy borracha es no, que los piropos
y chiflidos en la calle no son un halago.
Me siento orgullosa al ver cómo las mujeres se dan cuenta que su único limitante es su
propio poder, ese mismo está dentro de cada una, el poder de detener la continuidad de nuestra
especie, de una etnia y cultura por completo, pues nosotras somos quienes cargamos con el poder
creador de la vida, somos las que decidimos si continuar o no un embarazo y somos las que
tomamos las decisiones sobre nuestro propio cuerpo.
Por mucho tiempo hemos estado muy disponibles para escuchar, enseñar y cuidar; hemos
sido muy amigables y flexibles pensando: “no todos son iguales, algún día van a cambiar”.
Mientras los hombres, que absorben y destruyen automáticamente cualquier energía femenina
¡Fueron negligentes con nosotras! Nos abusaron, maltrataron, humillaron y usaron a su propio
beneficio como un juguete que cuando ya no funciona o no te hace feliz simplemente te deshaces
de él; pero ya no vamos aguantarlo más ¡Ya fue suficiente!
Porque estamos cansadas de escuchar como salen con soluciones que NO deberían
existir, NO deberíamos necesitar un vagón solo de mujeres para asegurarnos de llegar bien a
casa, NO debería ser un requisito que todos los celulares tengan cámaras con sonido y flash al
tomar una imagen para estar seguras de que nadie va a tomar una foto de nuestra ropa interior,
NO deberíamos andar con las llaves entre los dedos por si nos quieren raptar, NO deberíamos
tener miedo de salir de fiesta y no regresar, NO deberíamos tener que compartir la ubicación a
tiempo real con amigos o familiares, NO deberíamos cubrir todas las bebidas para evitar que les
echen algo, NO deberíamos saber cómo identificar si nos están persiguiendo, NO deberíamos
seguir luchando por la justicia de miles de mujeres que han sido violadas, asesinadas y
desaparecidas a lo largo de la historia, mucho menos deberíamos seguir luchando por nuestros
derechos fundamentales cuando ya los hemos reclamado como propios.
Porque estamos cansadas de vivir con miedo, incertidumbre e impotencia, estamos
cansadas de que se nos quiten oportunidades solo por nuestro género biológico, pues tenemos
que pasar por procesos engorrosos al momento de escoger una carrera diferente al cuidado o las
artes, si no también tenemos que soportar comentarios como: “mejor pónganse a lavar platos” o
“usted debería estar teniendo hijos, no estudiando”, estamos cansadas de escuchar la misma
pregunta al momento de buscar un trabajo: “¿tiene hijos? ¿Usted planea tener hijos?” como si
tenerlos o desearlos nos hiciera menos aptas para realizar una labor. El 5,3% de mujeres a nivel
mundial son desempleadas, en Corea del sur el porcentaje es del 2,3 además de eso somos el
país con mayor brecha salarial pues te pagan el 31,4% menos que a un hombre haciendo la
misma labor solo por el hecho de ser mujer.
Estamos cansadas de la hipersexualidad, cosificación, el sexismo, la victimización, del
machismo y el patriarcado, de que nunca nos tengan en cuenta al momento de realizar estudios
médicos, de que nos callen a toda costa, que nos utilicen para extorsiones, que nos maten y nos
echen la culpa. Así que discúlpeme señor presidente si nuestra postura le parece radical y fuera
de este mundo, pero ya estamos cansadas de educarlos; no pedimos un cambio en absolutamente
nada porque ya nos han demostrado más de mil veces que son incapaces de hacerlo, pedimos que
nos dejen solas y tranquilas mientras que nosotras creamos nuestro mundo utópico lejos de
ustedes.
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