EL PODER DEL LENGUAJE SEGÚN MARIA LUISA FEMENÍAS

 

“El poder del lenguaje según

 María Luisa Femenías”

Referencia bibliográfica: Femenías, M.L. “Derechos humanos y género: tramas violentas”. FRONESIS. Revista de Filosofía Jurídica, Social y Política. Instituto de Filosofía del Derecho Dr. J.M. Delgado Ocando, Universidad del Zulia. Vol. 16, nº 2, pp. 340-363.

Hoy ha venido una filósofa a nuestra Corrala, no es la primera vez, ni algo realmente extraño, nuestra Corrala está abierta a quienes quieran compartir, respetar, aprender y pasar un rato entre vecinas.

¿Cómo os puedo resumir todo lo que nos ha contado? Uff…lo mejor es leerla a ella directamente, pero, ya que no la habéis podido escuchar, pues os cuento, ¡quizá se os abra el apetito de conocimiento!

María Luisa partía del reconocimiento de que la violencia contra las mujeres, la inequidad, la discriminación y/o segregación de género son constantes en el mundo en general y en América Latina en particular. Y ella dice que el lenguaje es uno de los factores que sostienen esta violencia, puesto que la invisibiliza, también marca umbrales de sensibilidad ante actos violentos, sostiene creencias sexistas y disciplina a las personas para no ver las desiguales relaciones de poder en función del género.

Esta filósofa nombra tres niveles en el análisis del lenguaje: uno referido a los derechos, otro nivel es el de los significados y estructuras tradicionales basados en falacias argumentativas, y un tercer nivel que actúa como invisibilizador de las estructuras del lenguaje y que habilita la violencia simbólica. En este tercer nivel funcionan los sobreentendidos, la estructuración de los hechos que dan una explicación al acontecimiento, la conclusión de unas supuestas consecuencias necesarias a partir de un conjunto de presupuestos implícitos.

Esto es complicado de asimilar, pero lo explica luego con ejemplos. Veamos…

El lenguaje no es neutro y el discurso menos aún, “internarse en el laberinto del lenguaje es penetrar en el intercambio social simbólico donde se plasman los conceptos y los presupuestos de las libertades” de los diferentes grupos con desigual poder. Los discursos hegemónicos son a la vez descriptivos, prescriptivos e incompletos. Su “incompletitud” permite una variedad de posibles modelizaciones singulares. Sirve de a priori histórico para diferentes discursos sexistas.

La violencia simbólica que es ejercida desde el poder no solo es un sistema coercitivo sino que también seduce y atrapa a las víctimas que son cómplices como todas las demás hablantes, de una trama simbólico-discursiva. El discurso opera como disciplinador social inculcando por identificación y persuasión prácticas estereotipadas normalizadas y naturalizadas.

Nuestra filósofa invitada ponía el ejemplo de conversaciones en torno a la violación. Decía que la víctima está constituida simbólicamente por un discurso que puede hacerse porque existe un dispositivo histórico que legitima la desigualdad.

Femenías planteaba que el lenguaje es un campo de fuerzas donde puede haber una re-significación, una ruptura de estereotipos. Basándose en la tesis doctoral de Delia Esther Suardiaz, María Luisa Femenías explicaba cómo el lenguaje sexista desvela su androcentrismo discriminatorio invisibilizando cuestiones, puntos de vista, situaciones o temas de las mujeres, y además, el lenguaje apela a un léxico estrictamente discriminador hacia las mujeres. Por otro lado, Suardiaz propuso estrategias planificadas para cambiar esta situación: hacer explícitas las asimetrías en el lenguaje y las valoraciones jerarquizadas de términos en femenino y masculino, crear nueva terminología donde no exista y sea necesaria, y por último, hacer un uso explícito de las marcas femeninas aunque no sea necesario.


El universal humano también queda sesgado con la aplicación de mecanismos de exclusión basados en la “etnia”. Nuestra filósofa reflexionaba sobre las implicaciones simbólicas de combinar “etnia”, “género”, “orientación sexual”. Y luego revisaba procesos de autoafirmación étnica e identitaria frente a la “cultura blanca”, analizaba diferentes estudios donde se investigan las lógicas de las resistencias a la opresión.

Basándose en el trabajo de María Lugones, planteaba que las opresiones se entretejen o potencian de modo tal que nos generan límites en la comprensión de nuestra propia identidad de oprimidos/as. El mestizaje cultural es el lugar de la ambigüedad, del abandono de las dicotomías excluyentes.

“De la construcción de otros identitariamente excluyentes se derivan inequidades culturales, económicas, sociales, etc”.

Las categorías de pensamiento y la cosmovisión del mundo quedan conformadas por la lengua. Pero es el a priori lingüístico en el que nos constituimos como sujetos lo que debe servir de punto de apoyo para la re-significación. Tener en cuenta las interrelaciones entre racismo, sexismo y el poder de la clase social, así como el desarrollo de los movimientos por los derechos civiles de las poblaciones excluidas históricamente por el colonialismo y marcadas por su origen y su aspecto.

En palabras de Marisol de la Cadena y María Luisa Femenías, se trata de partir de una perspectiva feminista pluricultural, dialógica, que favorezca el desvelamiento de los factores de poder hegemónicos.

Tomar consciencia de que la violencia física es la consecuencia de la violencia simbólica llevada tan solo un poco más allá de lo socialmente normalizado, ayuda a quitarle ese halo de patología imposible de prever e impedir.

María Luisa Femenías explicaba, basándose en el trabajo de diferentes autoras, cómo el sexismo en la lengua puede denunciarse y combatirse, y puesto que tanto la sociedad como la lengua cambian, señala que cabe la esperanza de que avancen los derechos humanos para todos los grupos excluidos históricamente.

Dos ideas geniales quedan flotando en el aire de nuestra Corrala… una, la de que son las voces de personas históricamente excluidas del poder hegemónico las que necesariamente tienen que comenzar a re-significarse. Además, a la hora de re-significar categorías como “mujer”, “etnia”,  etc., hacemos uso de esas categorías pero debemos salir de la prisión del significado y evitar perpetuar identidades basadas en diferenciarse de otros grupos.

La otra idea es sobre la violencia simbólica, la normalidad y los límites de la sensibilidad. María Luisa Femenías consigue explicar qué nos pasa tantas veces a lo largo del día cuando nos sentimos ofendidas, atacadas, enfadadas, tristes… ante una normalidad aberrante. Aunque seguimos teniendo un problema: el hecho de lograr ver algún vestigio de esa violencia simbólica que está naturalizada en nuestro entorno, no nos hace convivir con ella de forma más fácil. Muchas veces, incluso logrando explicarla, no se hace comprender porque es ir contra el discurso que forma parte de la cosmovisión mayoritaria del mundo…

Desmantelar la organización social y simbólica, aunque sea para crear nuevas formas de relación respetuosas, genera rechazo.

Autora: Lucía Elena Rodríguez 

COLECTIVO: La Corrala. Patio feminista.
El poder del lenguaje según María Luisa Femanías.

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