“Somos vecinas, sí, sí, aunque a algunos no les guste mucho”

SOMOS VECINAS, SÍ, SÍ, AUNQUE A ALGUNOS NO LES GUSTE MUCHO.

Van a hacer dos años desde que se declaró el estado de alarma y mucha actividad de la vida se paralizó y confinó con el cierre de espacios públicos, culturales, educativos, algunos lugares de producción, algunos servicios... Algunas tareas y profesiones se reconocieron como esenciales para la vida como es el caso de las cuidadoras del hogar. Hoy, a casi un mes del 8M de 2022 recordamos esa extraña situación de hace dos años en la que nos vimos asoladas por un virus y el miedo, punto de partida sin embargo para que surgieran redes vecinales de apoyo, encuentros on line y situaciones fuera de lo que estábamos acostumbrad@s hasta entonces.


En este artículo transcribimos partes de la intervención de Carmen Juárez en un encuentro internacional llevado a cabo el 9 de abril de 2020, "Economía feminista: para no volver a la normalidad", organizado por la Comisión Feminismos Entrepueblos. Recogemos algunas de las ideas que compartió y proponemos unas reflexionemos que entendemos necesarias para seguir avanzando en igualdad de derechos y hacia una sociedad donde quepamos todas las personas.

Vídeo de la conferencia completa


“Las trabajadoras y cuidadoras del hogar han sido reconocidas por el gobierno como trabajadoras esenciales y su actividad es necesaria para el mantenimiento de la vida en plena crisis sanitaria del Covid-19, sin embargo son trabajadoras que no tienen derecho a paro. Es un trabajo generalmente realizado por mujeres, racializadas, migrantes y empobrecidas. Y siendo consideradas trabajadoras esenciales no tienen los mismos derechos que el resto de trabajadores y trabajadoras de otras actividades considerados esenciales. Las trabajadoras del hogar no cobran el Salario Mínimo Interprofesional, y muchas tienen 8 horas libres a la semana. España no ha firmado el convenio 189 de la Organización Internacionl del Trabajo.

La problemática de las trabajadoras del hogar no es solo económica, también se producen de forma continuada para quienes llevan 5-6 años trabajando como internas, múltiples problemas de salud: dolores, problemas de visión,problemas de autoestima, autoconcepto, pérdida de habilidades sociales... No existen estudios que relacionen la actividad laboral con este tipo de dolencias, sin embargo, es una situación que se repite una y otra vez. Las trabajadoras del hogar internas no tienen tiempo y espacio para desarrollar su esfera afectivo-sexual, como todo ser humano.

Las trabajadoras del hogar ven agravada su situación con la crisis del coronavirus. ¿Tienen Equipos de Protección Individual? En caso de que enfermen, ¿se les va a atender o se va a buscar a otra trabajadora? Las trabajadoras que enferman, si está en el proceso de regularización, no se pueden permitir dejar de tener un contrato laboral.

Tanto las familias ricas como las familias de clase trabajadoras ofrecen las mismas condiciones aprovechando la dependencia económica y la situación de indefensión. Hay muchas mujeres que se consideran feministas, progresistas...de izquierdas... que tienen mujeres trabajando en estas condiciones. Alcanzan a romper el techo de cristal porque tienen una interna en su casa, explotada en situación de necesidad.

Muchas compañeras feministas pueden llegar a tener una actitud “paternalista” hacia otras mujeres menos empoderadas. Pero el feminismo si no es anti-racista, si no es inclusivo, si no representa a TODAS las mujeres, no avanzará.”



(Carmen Juárez, originaria de Honduras, vecina de Barcelona desde los 19 años, trabajó como cuidadora interna 6 años en los que por 750 euros al mes tenía 12 horas de descanso, sin derecho a vacaciones, pagas, paro... co-fundadora de la Asociación Migrantes Diversas, actualmente estudia Educación Social en la Universidad de Barcelona y trabaja en un sindicato de Barcelona asesorando a sus compañeras).

¿Cómo pueden explicarse las situaciones de vulnerabilidad en las que se obliga a vivir a una trabajadora, aprovechando si está en trámite de regularizar su documentación, o si no conoce gente o no está organizada en asociaciones y sindicatos? ¿Cómo puede ser que nos parezca normal que una persona por ser racializada, migrante y empobrecida reciba unas condiciones injustas que para otra persona nos parecería inadmisible?


¿Es solamente una cuestión de racismo? ¿Hemos admitido que los privilegios no son para todas las personas? ¿Aceptamos que los derechos son solo para un@s cuant@s? ¿Qué hacemos ante una situación de abuso?

 Hay un concepto que se utiliza para explicar en parte las situaciones de agresión en centros educativos o laborales, que es el de “silencio cómplice”, y esta idea podría ayudar a comprender cómo una sociedad permite o normaliza situaciones de abuso. Sin embargo, no explica cómo se llega al consenso de quién puede ser agredido/a.

Es decir, ¿en qué se basa ese acuerdo no explícito que admite que es normal la situación laboral precaria de una trabajadora racializada y migrante pero no que no es normal en el caso de la hija de tus vecinos, que trabajan en un buen lugar y tienen una bonita casa? ¿Por qué normalizamos que una persona sufra esa situación de vulnerabilidad de sus derechos y otras no?


                                                    Artículo publicado en la revista Altajo del Sindicato CNT de Aranjuez.


COLECTIVO: La Corrala. Patio feminista.
“Somos vecinas, sí, sí, aunque a algunos no les guste mucho”


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