FEMINISMO DE CLASE

La economía de mercado y la subordinación de la vida ante el beneficio económico nos sitúan en una realidad donde las personas más empobrecidas son las más vulnerables.

Vender la fuerza de trabajo en empleos precarios con condiciones laborales insalubres, vender el cuerpo para satisfacción sexual de otros o incluso plantear lo que llaman "vientres de alquiler" donde una mujer gesta nueve meses y procrea para satisfacer el deseo de otr@s.

Entre las personas empobrecidas más vulnerables se encuentran muchas mujeres migrantes, porque a la dificultad económica se suma la administrativa, la responsabilidad de la crianza y de los cuidados en el hogar, el acceso a trabajos feminizados muy precarios, la discriminación racial y de género, entre otras trabas que suelen encontrar en su camino para desarrollar su proyecto de vida.

Porque de eso se trata, de que todas y todos tenemos un proyecto de vida, más o menos planificado, pero que parte de la satisfacción de las necesidades básicas. Se trata de que las desigualdades hacen que no haya acceso a la vivienda en propiedad para la gran mayoría de las personas, que no sea fácil independizarse en alquiler, que veamos cómo se esfuma el sueldo tras la compra en el supermercado.

¿Qué pasa con todo esto? Cuántas mujeres permanecen en el hogar junto a un maltratador por dependencia económica, dependencia a la que el sistema capitalista la somete. Cuántas mujeres ejercen la prostitución como única alternativa de ingresos económicos. Cuántas trabajadoras y trabajadores arriesgan su salud y su vida en accidentes laborales y en itinere al año.

La precariedad laboral también hace imposible la conciliación de la vida personal, laboral y familiar. Los empleos a tiempo parcial, las horas extras mal pagadas o no pagadas, la falta de estabilidad y continuidad del empleo y otras situaciones que afectan principalmente a las mujeres y a la población más desfavorecida provocan una situación incompatible con la conciliación y el derecho a vivir vidas plenas.


Estamos lejos de que todas las personas puedan disfrutar de la conciliación, de las vidas de calidad, de las elecciones desde la libertad y no desde la vulnerabilidad, de elegir y gozar los proyectos de vida... no hay derechos laborales y sociales para toda la población y tomar conciencia de esta situación ya es un paso hacia la lucha por conseguir un sistema que ofrezca servicios esenciales para todos y todas.

Pensar en las ventajas de algunas personas, colectivos y países y, por consecuencia, en las desventajas de otras personas, colectivos y países debe, o al menos puede, invitar a una incomodidad personal y al deseo de asumir un desafío colectivo hacia un cambio social.


                                                                               COLECTIVO: La Corrala. Patio feminista.

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