Conversación pendiente Conversación urgente, de Pedro Merchán Rodríguez


     




Conversación pendiente
Conversación urgente

- ¿No te parece increíble que llevemos ya dos años sin víctimas de violencia de
género?
- En parte sí, fueron demasiados años con unas cifras espantosas sin que apenas
hubiera reacción, pero se han hecho tantas cosas acertadas en los últimos
tiempos que no me extraña que hayan dado resultados.
- Es verdad, con mi prole he visto cómo cada curso se han venido haciendo
talleres de todo tipo; equidad de género, resolución de conflictos, habilidades
sociales, educación emocional y tantos otros, impartidos en los centros
educativos de todas las etapas, así como escuelas de familia, que han supuesto
un gran cambio en la mentalidad de la infancia y la juventud, pero también en
la de los padres y las madres.
- Y que por fin podamos contar con una plantilla de psicólogos y psiquiatras en la
sanidad pública capaz de atender la demanda de atención con la celeridad
necesaria y a profesionales que ofrezcan las terapias adecuadas, estoy
convencida que también ha sido un factor determinante.
- Y ¿qué me dices de todos los avances en materia laboral? Empezando por la
equiparación de los permisos de maternidad y paternidad o las valientes
medidas de conciliación de la vida familiar y laboral que nos equiparan a los
países más avanzados a los que siempre mirábamos con admiración y envidia.
- Otra cosa que sin duda ha sido de gran ayuda es la sensibilización y
concienciación permanente de la sociedad. Antes, cuando el tema estaba peor,
y también ahora que parece que hemos dado pasos adelante. No hay que
confiarse con este asunto.
- Hay tantas cosas que han sido importantes para lograrlo que la lista sería larga.
Acabo de caer en otra que me parece que ha sido fundamental en esta mejora:
la formación en la materia de todos los funcionarios públicos; sanitarios,
docentes, policías, jueces, etcétera. Y sus correspondientes apercibimientos y
sanciones para ellos, establecidas en el nuevo estatuto del empleado público,
cuando no cumplen como deben su indispensable responsabilidad en un tema
de esta trascendencia.
- Además, el nuevo código deontológico de los medios de comunicación al
respecto ayudó bastante. Qué lejanos parecen ya los tiempos en los que se
cuestionaba el feminismo, la imprescindible corresponsabilidad en el hogar y los
cuidados o la necesidad de educación afectivo-sexual por parte de algunos.
- ¡Y que lo digas! Programas del corazón, realities shows y tertulias en prime time
moderadas por afamados periodistas en las que, para que hubiera debate,
morbo o qué se yo, llevaban a personas que justificaban el machismo
equiparándolo al feminismo.
- ¡Jajaja! “Ni machismo ni feminismo”. La frase se convirtió en un lema para
muchos que no se tomaban la molestia de usar el diccionario ni el sentido
común.
- De la escuela de la alcaldesa de “las peras y las manzanas”.
- ¡Madre mía…! Y acuérdate cuando el humor machista era un género en sí
mismo.
- ¡Vaya, si me acuerdo! No olvidaré nunca aquel desgraciado sketch de “Martes y
Trece” sobre mujeres maltratadas. Es inconcebible que hiciera reír.
Afortunadamente, ahora no produce más que vergüenza e indignación.
- Aquí va otra cosa que tardó lo suyo, pero que ayudó como la que más: que
dejaran de obtener respaldo mediático y, consiguientemente, votos quienes
defendían lo más rancio y reaccionario del panorama político en materia de
igualdad y negaban la existencia de la violencia de género.
- O que la Iglesia se posicionara de forma clara sobre el asunto excomulgando a
los maltratadores. Que puede parecer una tontería, pero tuvo un valor
simbólico tremendo.
- ¡Qué bien poder recordar esto como males superados! Pensar que esos tiempos
tan oscuros quedaron atrás y que hemos evolucionado a mejor.
- Pues sí, es extraordinario y a la vez lógico que hayamos progresado, ¿no crees?
- Por supuesto. Ojalá lo hubiéramos conseguido antes, pero por fin es una
realidad.
Obviamente, queda mucho por hacer y por desgracia esta conversación sigue
pendiente, pero una como esta u otras similares, aunque aún parezcan quimeras,
sucederán. Cada persona tenemos una responsabilidad, mayor o menor según nuestro
poder, para que así sea.
Asumirla es urgente.
Pedro Merchán Rodríguez
















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