Caníbales, de Irene Cuadrado Martín. III Certamen literario Feminista La Corrala



Caníbales 



 

    Siempre he soñado con tener un refugio de animales, un refugio de los mal llamados animales de granja, ¿a qué granja se refieren? Creo que con “granja” se trata de encubrir el dolor, el hedor a muerte de las explotaciones ganaderas en las que millones de animales viven una existencia de terror que termina cuando sus cuerpos son despiezados, descuartizados en el matadero. ¿Somos conscientes de que comemos partes del cuerpo de un animal que hace menos de un día estaba vivo? Para esta pregunta existen dos posibles respuestas, un sí rotundo, lo que implicaría un ser humano frío e insensible, especista y asesino. Y uno no, que daría muestra de una ignorancia que por mucho que no sea conscientemente permite, participa en el maltrato. Hablando de animales, me parece curioso cómo asociamos algunos nombres de animales con insultos, y las diferencias que se producen entre lo asociado con los animales macho y los animales hembra. Pondré un ejemplo para que el lector entienda lo que quiero decir, “Eres un gallina”, significa en el lenguaje coloquial algo así como un cobarde, mientras “Eres un gallo” significa ser un chulo, hasta un valiente quizás. Tanto el gallo como la gallina tienen vidas que a ninguno nos parecerían apetecibles. Las gallinas ponedoras encerradas en una cuadrícula minúscula, viven hacinadas, son alimentadas peor que mal, y soportan en dolor de poner huevos de forma contínua durante los dos primeros años de su vida,cuando son productivas, después van directas al matadero, y a las pocas horas las podemos encontrar en nuestra carnicería de confianza. Los gallos no son consumidos como carne, por eso existen muchos menos, en la industria alimentaria se estima que 1 por cada 12 gallinas. Yo la verdad que preferiría ser un gallo a una gallina. En el caso de los zorros que no son animales de granja, sino que ya los hay hasta urbanos, ya que las grandes ciudades aumentan su tamaño sin tenerles en cuenta. Ser un zorro es ser alguien listo, un poco pillín, pero espabilado; mientras que ser una zorra es ser un poco suelta, ser una puta pero además mala, ser una puta mala. Desconozco la vida que llevan los zorros en libertad, pero en este caso prefiero también disfrutar de los privilegios de ser un macho. Sé me ocurren numerosos ejemplos más, ser tan fuerte como un toro, versus, estar como una vaca, ser un perro, que sería alguien malo, alguien que engaña y ser una perra, que como en el caso de zorra, además de la maldad encontramos una referencia a la sexualidad femenina, de una forma u otra terminamos siendo todas unas putas, unas guarras. ¿Por qué esto no ocurre en el caso de las asociaciones de los adjetivos masculinos? Pues porque para él que no lo sepa existe un sistema de dominación llamado patriarcado que reduce a las mujeres a dos prototipos muy polarizados, a dos modelos antagónicos, la virgen María versus la pecadora Eva, la santa versus la puta, la devota madre versus la rebelde e indomable que tentó a Adán, que convirtió al hombre en un pecador. La verdad es que no sé qué final le pega más a esta historia que lejos de ser como el resto, es la historia del mundo presente, es pura actualidad. Sólo se me ocurre uno, quizá un tanto basto pero lleno de sentimiento, de rabia, qué le jodan al patriarcado, que le jodan al especismo, que el dolor nunca está justificado por muy rica que te sepa la hamburguesa Ramón, que si tan civilizados somos, dejemos de maltratar a los animales, de maltratar a las mujeres, de reducirlos a ambos a mercancías, a cuerpos, en definitiva a objetos comestibles.

 Irene Cuadrado Martín

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